La llegada (Libre)

Asfixiado. Esa sensación de agobio penetraba su cuerpo lentamente, la vaga ilusión de una muerte creada por su preocupación debido a los vampiros.  Miles lo carcomía la frustración, la desesperanza y quizás el trágico desenlace de su vida, que lo único que lo incitaba a seguir adelante era su hermosa y encantadora familia. Se mordió el labio inferior ferozmente hasta sacar diminutas gotas de sangre y por precaución, se las limpió rápidamente para no dejar rastro de ella, ojalá ningún vampiro se dejara llevar por el olor. Tenía en cuenta que las heridas eran peligrosas por el hecho de que estaba en una academia invadida de vampiros, aunque claro, chicos lobos, brujos o magos ayudaban a los humanos, pero el orgullo jamás le permitía el lujo de una ayuda externa. Suspiró pesado ante esas ideas que lo fatigaban a cada segundo, aún era tiempo de estar despierto.

Pasó por los largos pasillos, observando a cada uno de los estudiantes con indiferencia, siendo sincero, le importaba poco lo que sucedía a su alrededor, iba directo a su lugar preferido. La noche deambulaba tranquilamente en paz, la luna resplandecía el jardín de sus comunes y exóticas de flores y árboles. "No todo esta tan mal" se revolvió sus cabellos castaños y se pasaba la mano a la nuca, Caminó hasta un gran árbol, antes de que se adentrará, pudo observar con antelación un muchacho en la fuerte rama, era indiferente su presencia, así que tranquilamente se recostó en el tronco.

— Era estupendo quemar, supongo que tienes algo de razón Bradbury — sacó un encendedor y un cigarrillo, el filtro se colocó en sus labios y lo encendió. El humo se adentró a sus pulmones y expulsando la nicotina de su sistema.  Quizás molestaría al otro, sin embargo, solo desahogaba su frustración impasible.

Podría decir que estaba acostumbrado a ser observado, no era ninguna novedad para Miles, en cambio, por esas circunstancias era más precavido en cada movimiento falso de los demás. La desconfianza era su mejor aliada a todo momento, y siempre era juzgado por lo que hacía, tenía sus razones pero era preferible que nadie conociera la verdad detrás de la máscara.

— Si me comparas con un chupa-sangre, te doy toda la razón. Pero ni creas que moriré fácilmente — Dio una profunda calada al cigarro, las cenizas se impregnaban en su ropa, pronto necesitaría otro más para calmar sus nervios. Expulsó de nuevo el humo y dirigió su vista hacia el paisaje nocturno, le gustaba el ambiente, era una vista espectacular para usar su máquina de escribir, pero ya era muy tarde para ir por ella. Imaginó que fue una fatal idea compartir el sitio con alguien más, ambos estaban seguros que no se sentían a gusto con la presencia del otro, vale, quizás el inglés no le guardaba odio a Aren por el hecho de no conocerlo. Vamos, tampoco era para tratarlo de mala manera.

— Así que.. ¿Quién eres?, más bien dicho ¿Qué eres?, ya sabes que esta escuela no es normal — lo miró de reojo, sin embargo, unos murmullos aparecieron a lo lejos con las siluetas borrosas de unas 'personas'. Tres hombres y una mujer, más bien era un trío revoltoso; la pareja y el amigo, mientras el otro chico indefenso, quizás alrededor de 17 años, cabello oscuro como la noche y ojos grisáceos, estaba en problemas. — Scott, tengo mucha hambre, este chiquillo no va a saciarnos para nada — cruzó los brazos mientras salían a la vista sus colmillos. — Rachel, ¿podrías cerrar la boca de una vez? Nadie tiene que saber de esto — Miles reaccionó al instante, corría el rumor de unos ataques nocturnos, eran ellos al fin y a cabo, sentía un peso menos encima al identificar los malditos vampiros.

Tenía que hacer algo pero la cruda verdad es que terminaría mal, no era débil, sin embargo, sabía que esta batalla no la ganaría solo.

Escuchó atentamente al chico del árbol y fue ahí en donde captó que estaba con un vampiro. Su cerebro mandó señales a sus neuronas y sentía como un ligero escalofrío acechaba su espalda, pero no era el momento adecuado para alejarse se vería como un niño asustado y era lo menos que debía mostrar a la gente — ¿Sabes por qué? Por que soy la única persona que no te atacaría aunque quisiera hacerlo — era una verdad con una pizca de mentira. Y ahí dejo a un lado la conversación.

Por un momento quería alejarse de ese lugar, dejar a un lado a ese chico indefenso y que se convirtiera en el plato principal para esos tres cobardes vampiros. Pero no pudo, ¿por qué? por el simple hecho de revivir su pasado y no deseaba que el muchacho viviera esa tragedia. Antes de mover un músculo, el vampiro se puso a un lado de él mirando la escena, lo miró de reojo y se sorprendió al ver un arco ¿Desde cuando eran aceptadas las armas? Era primitivo pero aún así era estúpido atacar de esa manera.

— No intento ser un héroe, pero una flecha no es suficiente y te delatarías, estás siendo impulsivo, vampiro — ahora los tres vampiros acorralaban al muchacho y no creía que faltará mucho para que succionarán la sangre del muchacho, tenía que pensar rápido. Encontró unas ramas detrás de ellas y los agarró. Iba a crear una distracción. — Al diablo, haz lo que quieras — Caminó sigilosamente hacia donde estaban ellos, alejado a unos metros y empezó a romper con sus manos las ramas para hacer el crujido fuerte y notorio — Tiene que funcionar — susurró para si mismo y vio como la pareja de novios dirigió su vista hacia donde escucharon el sonido — Tsk.. no estamos solos, ¡tu y tu maldita boca Rachel!— — ¡No es mi culpa! Si tan me dejarás moderlo de una vez — y poco a poco se acercaban hacia Miles.

— Es ahora o nunca — se movió hacia otro árbol, mientras aquella pareja inspeccionaba el lugar y veía las ramas destrozadas. Ya estaba cerca de salvar al muchacho pero seguía ahí otro vampiro con la víctima. — Joder.. — no podía arriesgarse ahora.

Off-rol:

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